Muchos padres saben que la mejor manera de que los niños aprendan a ser compasivos y la importancia de mantener los compromisos es ayudando a cuidar a una mascota. Los niños aprenden observando a los adultos en sus vidas. Si un niño puede aprender a tratar a un animal con respeto, puede llevar esa lección más adelante en la vida. Un gato puede ser un compañero maravilloso y cariñoso para un niño, pero depende de los adultos de la familia asegurarse de que el gato y los niños vivan juntos felices para siempre.
Cuando traigas un gato a casa por primera vez, explícale a tu hijo que tendrá que ser paciente, tranquilo y gentil para ayudar al gato a sentirse seguro. Siéntate en el suelo con tu hijo y ayúdalo a practicar la paciencia mientras el gato se anima a acercarse. Deja que tu hijo alimente al gato con un trozo de comida de su mano. Si el gato se resiste a acercarse, pídele a tu hijo que arroje suavemente un trozo de comida cerca del gato. Una vez que el gato se dé cuenta de lo que le ofrece tu hijo, el hielo se derretirá.
Los niños muy pequeños pueden abrumar fácilmente a un gato o gatito con su exuberancia. Los niños menores de cinco años siempre deben ser supervisados cuando jueguen o manipulen un gato. Por lo general, se puede confiar en que los niños mayores de 12 años son amables, pero asegúrate de controlar ocasionalmente a los niños menores de 12 años cuando pasan tiempo concentrados con el gato de la familia.
Debes recordarles a los niños que no deben molestar a un gato dormido ni a un gato que esté usando su bandeja de arena.
Los gatitos parecen ser increíblemente flexibles, y los niños a menudo no dudan en colocar al gato de una semana sobre el hueco del brazo y llevarlo como un juguete, o agarrar a un gatito por el cuello. En esta posición, es fácil que el gatito se caiga y se lesione gravemente. Además, ser transportado así deja al gato sintiéndose sin apoyo con sus patas traseras balanceándose en el espacio.
La mejor manera de cargar a un gatito o gato es colocar una mano o un brazo debajo de sus patas delanteras y sostener sus patas traseras con la otra mano o brazo. Esto le da al gato una sensación de seguridad. Enséñales a tus hijos a no llevar al gato de un lugar a otro. Explícales que, por la seguridad del gato, siempre deben sentarse cuando quieran abrazar al gato y que sus amigos hagan lo mismo.
Los gatos suelen tener una mente propia. Tu hijo puede tener ganas de acurrucarse en silencio en un momento en que tu gato quiera jugar a saltar. Enseña a tus hijos que si el gato alguna vez lucha por escapar, deben respetar sus deseos y dejarlo ir. Un gato acorralado arañará y morderá.
Anima a tus hijos a ejercitar al gato jugando con juguetes apropiados. Siempre es tentador jugar a “coger mi mano” con un gatito, porque es muy divertido lo fascinado que está con los dedos. Debes asegurarte de que tus hijos sepan la diferencia entre jugar y burlarse de tu gato. Si le enseñas a un gatito que es aceptable golpear y morder los dedos, terminarás con un gato adulto que te ataca con regularidad. No es exactamente el tipo de gato tierno que los padres quieren para sus hijos.