SIBERIANO

Esta raza puede ser nueva en América del Norte, pero no es nueva en el mundo. Los gatos rusos de pelo largo han existido por muchos cientos de años. No se sabe exactamente cuándo y cómo llegaron los gatos de pelo largo a Siberia, pero se especula que la raza llegó con emigrantes rusos. Según algunos aficionados siberianos, los rusos que inmigraron (o se exiliaron) a Siberia trajeron sus gatos con ellos. La mutación del pelo largo parece haberse producido en tres áreas separadas: Rusia, Persia (Irán) y Asia Menor (Turquía). Sin embargo, es posible que la mutación del pelo largo se haya producido originalmente en Rusia y que los pelos largos rusos se hayan propagado de Rusia a Turquía, cruzándose con los gatos locales para convertirse en el Angora, y a Persia, cruzándose con los gatos locales para convertirse en el Persa. Si es así, todos los pelos largos se derivan del Pelo Largo Ruso.

El pelo largo en los gatos domésticos parece ser una adaptación al frío, y ciertamente hace frío en Siberia. Debido al clima despiadado, estos gatos se desarrollaron, o adquirieron a través del apareamiento con los gatos locales, pelo más largo, abrigos para todo tipo de clima, y cuerpos más grandes y robustos. Los gatos sobrevivieron y se desarrollaron en una raza resistente de pelo largo capaz de soportar las implacables condiciones de la región.

Según las historias rusas, los gatos siberianos una vez pesaron hasta 45 libras y protegieron a sus compañeros humanos y hogares. En el libro de Harrison Weir de 1889, Our Cats and All About Them, señaló en el capítulo sobre los gatos de pelo largo las variedades de gatos de pelo largo que existían en su época, y que se mostraron en su famosa exposición de gatos modernos en julio de 1871 en el Crystal Palace de Londres, eran el ruso, el angora, el persa y el indio. Weir, conocido como “el padre de la fantasía felina”, escribió que el ruso de pelo largo difiere de los angoras y los persas en varios aspectos, entre ellos su mayor tamaño, su melena más larga, sus grandes y prominentes ojos naranja brillante, y su largo y denso pelaje de textura lanuda, incluida la cola, que está densamente cubierta de pelo muy lanudo. Sin embargo, los peludos rusos que compartieron el protagonismo en la exposición pueden o no haber sido siberianos, ya que aparentemente no hay registros de estos gatos en Rusia en ese momento.

Hasta los años 80, el gobierno de la antigua Unión Soviética desalentó a sus ciudadanos de tener mascotas domésticas debido a la escasez de viviendas y alimentos. En 1987, el gobierno levantó las restricciones sobre las mascotas domésticas, y los criadores y aficionados formaron clubes de gatos y comenzaron a llevar registros de crianza. En 1988, se celebró la primera exposición felina rusa en Moscú. Terrell envió cuatro himalayos a Nelli Sachuk y a cambio recibió tres siberianos el 28 de junio de 1990 – un macho (Kaliostro Vasenjkovich) y dos hembras (Ofelia Romanova y Naina Romanova). Poco después, recibió las metrukas (certificados de nacimiento) de los gatitos, en las que se detallaban sus nombres, fechas de nacimiento, y colores y patrones. Al poco tiempo, el siberiano había cautivado las cuerdas del corazón y del bolso de Terrell. Invirtió miles de dólares y pasó muchas horas obteniendo más gatos y estableciendo el siberiano como una raza reconocida en América. Sólo un mes después de que Elizabeth Terrell recibiera sus siberianos, el criador David Boehm importó varios siberianos propios. En lugar de esperar a que se enviaran los gatos, reservó un vuelo a Rusia y compró todos los siberianos que pudo encontrar. El 4 de julio regresó con una colección de quince gatos. Sus siberianos produjeron la primera camada en América del Norte, y fueron invaluables en la ampliación del acervo genético siberiano.