De todos los animales domésticos, el gato es quizás el que aprende más rápido debido a su capacidad para obtener y retener información para encontrar una solución a los problemas. Cuando un gato adulto se coloca en una habitación que nunca antes había visto, se inspecciona cada rincón y rincón con la ayuda de sus instintos. Según los conductistas, esta necesidad de realizar una “investigación básica” proporciona al gato información importante sobre su entorno que le permite sobrevivir. Entonces, el dicho “la curiosidad mató al gato” es un nombre inapropiado, ya que en realidad le da al gato su reputación de tener 9 vidas.
Lo más destacado del intelecto de un gato es su capacidad para utilizar la información retenida para abordar problemas. Los gatos tienen la habilidad de formar “conjuntos de aprendizaje”, que solían hacer solo los primates. Por ejemplo, cuando los gatos entrenados sacaban cajas con ruedas, esto revelaba que podían combinar esa habilidad y su conocimiento para resolver otros problemas.
Por ejemplo, un gato llevó una caja a un lugar determinado y luego la usó como taburete para obtener la recompensa que desea, como comida en una cuerda que cuelga del techo. Aunque nadie conoce su rango de capacidades cognitivas, los gatos continúan sorprendiendo a sus dueños con sus notables habilidades.
Al igual que los humanos, los gatos aprenden observando, imitando, intentando y cometiendo errores. Hay innumerables historias sobre gatos que abren puertas girando picaportes, tocando timbres, apagando luces, abriendo armarios, además de usar el baño basándose en su observación de los dueños haciendo lo mismo. Muchos conductistas de gatos y también psicólogos infantiles están de acuerdo en que la inteligencia de un gato adulto es equivalente a la de un niño pequeño de 2 a 3 años. A esta edad, los niños son muy inteligentes y manipuladores, por lo que no es de extrañar que los gatos sean mejores entrenadores que sus dueños.
Aunque se considera que el gato es el más inteligente entre todos los animales domésticos, los dueños de gatos deben comprender las limitaciones de los procesos de pensamiento de su mascota, ya que atribuir motivaciones humanas al gato puede afectar al paciente, y se necesita un enfoque sistemático para tratar los problemas de comportamiento.
Por ejemplo, los gatos no pueden recordar el pasado ni hacer planes para el futuro. Por lo tanto, es inútil que un dueño regañe a un gato por algo que hizo hace momentos o cuando fue sorprendido en el acto, ya que el gato no puede establecer una conexión entre una acción y un castigo. Sus acciones no están influenciadas por la venganza por lo que un propietario dijo o hizo en el pasado. Estos pueden atribuirse al estrés provocado por las acciones de su propietario.
Los problemas de comportamiento de los gatos son provocados por los humanos, y cuando los gatos no cuentan con las cosas necesarias para comportarse naturalmente como un gato, esto puede tener un impacto negativo en sus dueños humanos.